El debate sobre la inteligencia artificial (IA) está tomando cada vez más importancia social por el desconocimiento de las posibles consecuencias que esta tecnología puede tener en el mercado laboral, en la economía y en nuestro día a día. ¿Me quitará un robot mi trabajo? ¿Cómo puedo evitar esta situación? ¿Conviviremos humanos y robots en los mismos espacios?

Las predicciones sobre cuáles serán estos impactos son aún muy variadas. El estudio de Accenture Strategy Reworking Revolution concluye que más inversión en este tipo de tecnología elevaría un 38 % los ingresos y un 10 % de empleo para el 2022. En esta misma línea está la consultora Gartner, que afirma que la IA dejará un saldo positivo de 500.000 empleos para el 2020: “si bien se destruirán 1,8 millones de empleos, se crearán 2,3 millones de nuevas oportunidades laborales”. Una postura más negativa es la que prevé el estudio ‘Will robots steal our Jobs?’ de PwC tras analizar el mercado laboral en España: hasta el 2030 la inteligencia artificial no impactará significativamente en el mercado de trabajo, cuando el 34 % de los empleos podría estar en riesgo por la automatización.

El futuro no está escrito y por ello estas cuestiones están generando una inquietud —fundada— en el ámbito social y profesional. Sin embargo, los cambios deben ser acogidos con optimismo y preparación y un necesario cambio de mentalidad y de cultura corporativa. Estos cambios tecnológicos son el presente y evitar la realidad no va a hacer que desaparezcan, sino que lo hagas tú como empresa y/o profesional.

La inteligencia artificial necesita del ingenio del ser humano

A corto y medio plazo, la inteligencia artificial estará plenamente implementada e integrada en la sociedad, la fuerza laboral estará formada por máquinas y personas y el verdadero éxito empresarial dependerá de la colaboración entre ambos activos laborales. Las empresas deben pivotar hacia nuevos modelos de negocio y los profesionales hacia nuevas habilidades y nuevas formas de trabajo.

Hay tareas que indiscutiblemente un sistema de software de inteligencia artificial puede hacer mejor, a más velocidad y con menos errores, pero los seres humanos tenemos cualidades que un robot no posee y que a medida que la inteligencia artificial alcance mayores niveles de consolidación irán adquiriendo más valor.

La creatividad, el ingenio y la empatía son atributos intrínsecos a los humanos y las profesiones que requieran de estas capacidades son las que sobrevivirán frente a las más sistemáticas y automatizables, que serán desempeñadas por sistemas de inteligencia artificial.

El sentido común o el pensamiento cognitivo son irreproducibles, al menos por el momento, por los softwares de inteligencia artificial. Esto es lo que se denomina en el argot tecnológico como deep learning y que se constituye como una de las mayores limitaciones de esta tecnología. Es decir, la inteligencia artificial tiene la capacidad de predecir, pero no de entender.

La inteligencia artificial reinventa el concepto de trabajo

¿Qué tareas harán las personas y cuáles las máquinas? Es la conjugación de las capacidades humanas y de la inteligencia artificial la que llevará a un crecimiento empresarial y económico sin precedentes. Pero esta colaboración ya se está produciendo en el presente. En China, en 2016, Foxconn reemplazó a 60.000 trabajadores de su fábrica por robots con el objetivo de que las personas realizasen labores de inspección, logística, verificación y gestión general y las máquinas de producción.

La convivencia de profesionales y sistemas de inteligencia artificial obliga a reimaginar el trabajo ya que cambian sustancialmente los espacios y los puestos de trabajo. La tendencia es que poco a poco comenzarán a desaparecer los cargos tal y como las conocemos y se identificarán tareas y capacidades que se requerirán para su desempeño.

En un contexto de automatización de procesos y de liberación de horas por la ejecución de tareas por robots, el trabajo evoluciona hacia perfiles más innovadores, estratégicos, reflexivos y que requieran mayores niveles de inteligencia emocional.

Se va a producir una reconfiguración del mercado laboral y la flexibilidad será una de las competencias más necesarias para adaptarse a los cambios, para incorporar nuevas competencias y para afrontar los empleos del futuro.

Los retos que plantea la robotización

La inteligencia artificial plantea un escenario desconocido que conlleva retos que deben ser abordados con urgencia por sus implicaciones sociales y éticas.

La formación es uno de los grandes retos que tienen las instituciones públicas y privadas. El mundo está cambiando y la educación también debe transformarse hacia las nuevas exigencias del mercado laboral ya que existe un desajuste entre las habilidades digitales y tecnológicas acreditadas que no se ofertan en las universidades, pero cuya demanda es creciente por las empresas de todos los sectores. No podemos seguir teniendo una universidad del Siglo XX en plena evolución del Siglo XXI.

También las empresas tienen que invertir en nuevas capacidades ya que no se trata de que las profesionales sean expertos tecnológicos, sino que aprendan a trabajar colaborativamente con las máquinas de inteligencia artificial.

La incorporación de la inteligencia artificial a nuestras vidas exige una regulación al respecto y su implementación en el mercado de trabajo plantea cuestiones de relevancia como si los robots deben o no pagar impuestos. Las posturas son variadas, y no les falta razón a ninguna de ellas. Si cada vez menos personas cotizan a los sistemas sociales, ¿cómo se sostiene el Estado del bienestar? Por otro lado, la creación de impuestos especiales para los robots supone tasar la innovación, lo que se puede traducir en un freno de la misma. Probablemente la solución sea una mezcla de las dos posturas,

Las innovaciones tecnológicas abren un mundo de oportunidades que requieren de una inversión a nivel corporativo y a nivel profesional. Ya no hablamos de futuro, la inteligencia artificial es presente y es responsabilidad de cada uno formarse en los nuevos skills que se están exigiendo y cuya demanda va a crecer exponencialmente en los próximos años.

El cambio no será fácil. Lo constata Richard Edelman cuando afirma que “la incertidumbre y la confusión que se está generando ha provocado que la opinión pública perciba con temor, por primera vez, a la innovación”. No debemos olvidar que la tecnología está al servicio de la persona y los cambios que están por venir van a mejorar nuestra calidad de vida, impactando positivamente en el empleo, la rentabilidad y la diferenciación de las compañías.