Ya lo decía Peter Drucker, solo se mejora aquello que se mide. Esta lapidaria frase del genio del management, debería estar grabada a fuego en todos los departamentos de marketing. No porque no midan el impacto de sus actividades, sino porque la manera en la que lo miden, está muy lejos de serles útil para negociar sus presupuestos ni para probar el impacto económico real de sus proyectos en el negocio.

El marketing de hoy es entrópico, solo se mide a sí mismo, de manera paralela, pero sin puntos de contacto con el negocio. Es un marketing que se gestiona como un centro de coste en vez de como una inversión, planificado en base a actividades, con diversos indicadores de rendimiento que pocas veces (o me atrevería a decir ninguna) se relacionan de manera robusta con resultados económicos reales. ¿Cómo podemos entonces conectar este departamento con la cuenta de resultados para que sea estratégico para el negocio? Esta tarea no es simple, no existe una hoja de cálculos mágica, súper programa o sistema, algoritmo secreto o caja negra que pueda dilucidar este dilema. Sólo existe un trabajo complejo, detallado y planificado para llevar a cabo fundamentalmente 3 pasos:

1) Formulación de objetivos vinculados a negocio.

Si revisamos los planes de marketing de nuestras empresas, veremos que en la parte de “objetivos”, nos encontraremos con una lista de actividades por realizar (“…participaremos en 3 ferias para mejorar la imagen de marca frente a nuestros competidores.”) en las que solo podemos medir indicadores de rendimiento del mundo del marketing (ferias) con una dudosa frontera de éxito (¿cómo vamos a medir si hemos mejorado la imagen de marca o no?). Si bien, y no en todos los casos, algunos objetivos son medibles, lo son en términos del impacto en la comunicación que las actividades de marketing tienen y, en los casos más avanzados, con alguna aproximación al negocio (número de leads generados en la feria). Pocas veces se vinculan estos indicadores con un impacto real en la cuenta de resultados. ¿Hemos ganado dinero? La primera clave, punto de partida, y cimientos de una evaluación económica real del marketing es la formulación de objetivos medibles y cuantificables en términos de indicadores de negocio (costos, ingresos y retornos). Esto permitirá validar los proyectos antes de invertir en ellos, generar modelos predictivos, y tomar decisiones de inversión de manera objetiva.

2) Crear un modelo de atribución propio.

Los modelos de atribución impuestos por los propios medios (sobre todo los digitales) carecen de robustez y credibilidad como para tomar decisiones de negocio en base a ellos. Es necesario construir un modelo de atribución propio que defina cuántos actos de compra han sido impactados por mi proyecto y cuál ha sido la influencia de mi proyecto en cada acto de compra. En otras palabras, definir la relación de causa-efecto entro lo que hago en el marketing y el impacto económico real en el negocio. La única forma de conocer estos datos es a través de la investigación de mercado (que puede hacerse durante la ejecución del proyecto).

3) Plan de recolección de datos.

Para evaluar el rendimiento del marketing en términos económicos, es necesario detallar un plan de recolección de datos que mida los indicadores definidos en los objetivos (que deben incluir valores económicos de costo, ingresos y retorno) de manera estadísticamente relevante durante el período de influencia del proyecto.

Estos tres pasos garantizan que se pueda hacer una medición robusta y creíble del rendimiento económico real de los proyectos y campañas de marketing. Es un proceso complejo (sobre todo la primera vez) pero que realmente cambiará el modelo de gestión del marketing definiéndolo como una inversión en vez de como un costo, planificándolo en base a resultados de negocio en vez de a la ejecución de actividades, y generando un único indicador de rendimiento comparable entre proyectos y estratégico para el negocio: ROI.

 

Hans Rosling cuenta en su libro que la afirmación «las cosas van peor» era la sentencia sobre el mundo que más había escuchado en su vida. Si hacemos un chequeo rápido de la prensa de estos primeros días de 2019 la música que suena es muy parecida: “Ascenso de la ultraderecha en Brasil”, “El año cierra como el peor de la Bolsa española desde 2010”, “El pesimismo de la sociedad española sube 3 puntos en los sondeos”, etc. Y en una encuesta en 30 países dirigida por el equipo de Rosling, se preguntaba: ¿Crees que el mundo va a mejor, igual o peor? Más del 50% de los encuestados contestó que «a peor». Por cierto, entre la treintena de países, España fue el noveno que más respuestas negativas registró. Sí, sabemos que la negatividad vende, que impregna los análisis sobre presente y futuro en nuestras conversaciones diarias y en los medios de comunicación, sin embargo, somos incapaces de sustraernos a ella. Nos expresamos y actuamos como si ponernos en lo peor fuera la única alternativa justa y realista. Hans Rosling dedicó su vida a combatir este y otros sesgos promoviendo la actualización y el examen constante de los datos, el contraste de los hechos mediante la reflexión, la argumentación lógica y la conversación «a pie de calle», con personas de todo tipo. Factfulness es el producto de ese combate.

Del libro póstumo de Rosling se ha dicho que, más que positivo, era sobre todo un texto realista y posibilista, como subrayando su anclaje en los hechos, alejando cualquier sospecha de wishful thinking. Cuando lees el libro estas suspicacias desaparecen. Lo que sale a relucir no es otro gurú lanzando predicciones voluntaristas e indiscriminadas, sino un médico experto en desarrollo y en ciencias sociales con un bagaje profesional y un anecdotario vital vastísimo. Bill Gates apuntaba en alguna entrevista la clave del discurso de Rosling: «él no afirmaba que las cosas, necesariamente, vayan a ir a mejor, sino de que, sin duda, y a tenor de los logros alcanzados hasta ahora, las cosas pueden ir mejor». Es verdad, el médico sueco tendía a ver el vaso medio lleno, pero lo cierto es que lo hacía de manera precavida y convincente. Pertrechado con datos, argumentos y razonamientos lógicos impugnaba la «concepción excesivamente dramática del mundo» a la que nos predispone nuestro cerebro, aquella que nos hace tergiversar la realidad, perder oportunidades y, sobre todo, que nos aboca a la infelicidad y el estrés permanentes.

Hans Rosling en la Conferencia Europea de la Juventud, en 2009. Foto: Marc Femenia/TT

Los chimpancés nos ganan

En las conferencias con las mujeres líderes de la Unión Africana, en un hospital o en sus clases del Instituto Karolinska de Suecia, Rosling experimentó en carne propia el peligro de los sesgos y los prejuicios, y observó en sus alumnos y en otras personas la machacona insistencia de nuestra mente para permanecer inmutable a pesar de las evidencias. Para comprobarlo estadísticamente, el autor y sus compañeros desarrollaron un test en el que preguntaban por algunos de los principales indicadores relacionados con la pobreza, la salud y el desarrollo a nivel mundial; preguntas generales cuyas respuestas están disponibles en fuentes abiertas. El cuestionario fue completado por unas doce mil personas de catorce países diferentes. La media fue de dos aciertos sobre doce preguntas, y hasta un 15% de los encuestados no habían acertado ninguna pregunta. ¿Por qué esta ignorancia tan extendida y persistente respecto al mundo? Los resultados eran más bajos que los que arrojaría un test aleatorio con chimpancés. No podía tratarse de simple falta de conocimiento o de la acción de las fake news. Debía ocurrir algo más, una especie de conocimiento erróneo activo. ¿Cómo podrían los políticos resolver los problemas globales si se basaban sistemáticamente en percepciones erróneas? ¿Cómo operarían los líderes de los negocios con una visión del mundo tan distorsionada?

Parte de la respuesta está en la manera en que funcionan nuestros cerebros. Millones de años de evolución nos han programado para extraer conclusiones rápidamente, sin pensar demasiado. Aunque el pensamiento instintivo es necesario para una vida normal, nuestra «tendencia a dramatizar» distorsiona nuestra comprensión de la realidad.

Nuestros prejuicios nos hacen perder oportunidades

El libro de Rosling –y de su hijo Ola y su nuera Anna– se articula en torno a diez instintos o grandes tendencias que en buena medida explican esta visión persistentemente errónea sobre los cambios y mejoras que están transformando el mundo. La perspectiva única, la tendencia a generalizar, el miedo, la negatividad o la idea de que el destino está escrito en las personas y las culturas como algo inexorable son algunos de esos sesgos, barreras que nos impiden apreciar logros formidables, inéditos en la historia de la humanidad, alcanzados en un espacio de tiempo insólitamente corto. Las cifras de reducción de la pobreza extrema, la escolarización de niñas a nivel global, el incremento de la esperanza de vida o el porcentaje de niños vacunados, son solo algunos de los indicadores que han experimentado mejorías impresionantes, pero nosotros nos negamos sistemáticamente a reconocerlas. Esto no solo resulta injusto, sino potencialmente dañino para nuestro bienestar y para nuestras decisiones individuales o colectivas.

Si se documenta que el 80% de los niños del mundo han sido vacunados contra alguna enfermedad, esto es muy bueno; pero si miramos más allá, como propone Rosling, resulta que para que las vacunas lleguen a su destino se requiere una compleja infraestructura logística, de transporte, educativa y sanitaria, justo la necesaria para levantar fábricas y emprender negocios. Si semejante red funciona en la mayoría de los territorios del mundo y nosotros lo ignoramos, si nos empeñamos en invertir en países con mercados saturados y economías desaceleradas, en vez de apostar por países gigantescos que están creciendo mucho y rápido, con una clase media en franca expansión, estamos perdiendo oportunidades inmejorables. Nuestros prejuicios y pensamientos acomodaticios –de los que tampoco se libran los directivos de grandes compañías y organismos– nos hacen creer que los países del «Tercer Mundo» permanecen estáticos y que en ellos nunca será posible el desarrollo. Algo parecido sucede con las ONG. Si sus campañas obvian continuamente los grandes logros alcanzados, están dejando escapar una ocasión de oro para contarle a sus potenciales colaboradores que las donaciones y la ayuda humanitaria funcionan y producen mejoras reales. La conclusión de Rosling es clara: «No podemos permitirnos seguir ignorando los datos reales para tomar nuestras decisiones».

La profesora Mallika Naskar da clase en la escuela rural de Tentulia, India, donde fue alumna. Foto: Global Humanitaria.

El mejor valor de Factfulness

Aunque diferente en el tono, el estilo y desde luego en sus contenidos concretos, Factfulness podría inscribirse en la hipotética corriente del «nuevo optimismo», de la que formarían parte Progreso de Johan Norberg o En Defensa de la Ilustración de Steven Pinker; una línea discursiva más o menos explícita que convergería en la vindicación esforzada de los valores y logros de la democracia liberal, cuando esta se encuentra asediada por objetores de todo tipo.

En cualquier caso y por lo dicho hasta aquí, se comprende que el texto no se limita a decirnos lo estupendo que es todo, sino que nos desafía para pensar de manera distinta y más abierta, sobre todo con una base empírica, y ampliando el foco para mostrarnos la compleja dimensión de los problemas. Al fin y al cabo, ver el vaso medio lleno o medio vacío puede ser una cuestión de perspectiva y temperamento. Lo realmente valioso del trabajo de Rosling, en tiempos de polarización, extremismo y trincheras, es que nos presenta una aproximación equilibrada a las grandes cuestiones sociales y económicas, rehúye las afirmaciones taxativas y los determinismos –también el del culto a las cifras y los números– y propone en cambio el pensamiento prudente e informado desde distintos puntos de vista. Además, por qué no decirlo, el libro es poco sesudo, con un tono general amable que se agradece, plagado de anécdotas esclarecedoras y con gráficos e ilustraciones más que elocuentes.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Factfulness. Hans Rosling. Deusto. Noviembre, 2018. 352 pp.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Claves

  • Se espera que el comercio marítimo, de una forma o de otra continúe creciendo en los próximos años, aún en medio de numerosas incertidumbres geopolíticas y comerciales.
  • El papel de China y lo que suceda con su economía, sus relaciones comerciales y su estrategia portuaria, tendrá un efecto en la configuración de la industria.
  • La consolidación en cuanto a capacidad de puertos y líneas navieras es una realidad y el ritmo en el que se implementen tecnologías puede cambiar la industria marítima como la conocemos.

 

El transporte marítimo se encuentra intrínsecamente vinculado al crecimiento económico. La importancia del comercio marítimo es una realidad, impulsado por la demanda global y actúa como facilitador de nuevas oportunidades comerciales y de crecimiento. Según cifras publicadas por la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (CNUCYD o UNCTAD) se estima que la tasa de crecimiento anual promedio del comercio marítimo mundial se ubique entre 2018 y 2023 alrededor del 3.8%.

Factores más influyentes

La UNCTAD, ha identificado una serie de tendencias clave que están redefiniendo el sector:

  • Por el lado de la demanda, la incertidumbre geopolítica, económica, comercial, así como una serie de cambios estructurales puede tener un impacto negativo. Las políticas que miran hacia adentro y el sentimiento proteccionista creciente podría socavar el crecimiento económico mundial, restringir los flujos comerciales y cambiar sus patrones.
  • El despliegue continuo de la digitalización y el comercio electrónico y la implementación de la Iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda.
  • Por el lado de la oferta, los operadores demasiado optimistas que compiten por la participación en el mercado pudieran ordenar capacidad nueva y excesiva, lo que puede empeorar las condiciones del mercado de envío, alterar el equilibrio entre la oferta y la demanda y repercutir en los niveles y la volatilidad de las tarifas de flete, los costos de transporte y las ganancias.
  • La consolidación del transporte marítimo a través de fusiones y alianzas ha aumentado en los últimos años en respuesta a los menores niveles de demanda y la capacidad de envío con exceso de oferta dominada por los mega buques de contenedores. La implicación para los niveles de competencia, el potencial de abuso de poder en el mercado por parte de las grandes compañías navieras y el impacto relacionado en los jugadores más pequeños son una preocupación. Tres alianzas de transporte marítimo de línea global dominan la capacidad desplegada en las tres principales rutas de contenedores de este a oeste, que en conjunto representan el 93% de la capacidad desplegada. Al unir fuerzas y formar alianzas, los transportistas han fortalecido su poder de negociación con respecto a los puertos marítimos al negociar llamadas a puertos y operaciones de terminales.
  • La reestructuración de alianzas y el despliegue de buques más grandes está redefiniendo la relación entre puertos y líneas marítimas de contenedores. Las áreas de interés incluyen la selección de puertos de llamada, la configuración de las redes de transporte de línea, la distribución de costes y beneficios entre transporte de contenedores y puertos, y los enfoques usados para otorgar concesiones de terminal de contenedores.
  • El valor de los envíos no puede ser determinado sólo por la escala. La capacidad del sector para provechar los avances tecnológicos relevantes es cada vez más importante.
  • Finalmente, los esfuerzos para disminuir emisiones y mejorar el desempeño ambiental de las empresas internacionales de envío sigue siendo alto en la agenda

Situación de los puertos

Un 80% de las mercancías del mundo en volumen es manejado por los puertos. Un indicador importante sobre su funcionamiento y habilidad de estos para atraer negocios es el volumen que manejan.

Los 5 puertos con mayor volumen son: Ningbo-Zhoushan, Shanghái, Singapur, Suzhou y Guangzhou (todos en China exceptuando Singapur)

Actualmente, el top 20 de los puertos globales incluye únicamente tres puertos fuera de Asia: Hedland (Australia), Rotterdam (Países Bajos) y Louisiana del Sur (Estados Unidos). Las últimas cifras disponibles en cuanto a regiones ubican a Asia manejando un 63% del volumen global, seguido de Europa (16%), y Norteamérica (8%).

A pesar de su dominancia, los puertos chinos no están exentos de riesgos, según Xu Lin, un analista de UBS Securities, las fricciones comerciales entre Estados Unidos y China, y los aranceles adicionales han forzado a ajustar los horarios de envíos. El mismo analista afirma que los efectos se verán en 2019 y que los puertos chinos deben buscar un crecimiento más sostenible, mejorando su administración, y los servicios ofrecido, y buscando consolidaciones

Otros actores

En décadas reciente también ha podido observarse la emergencia de los Emiratos Árabes como operador de puertos. The Economist resalta a DP World una de las más grandes firmas marítimas, que dirige operaciones en 40 países, en lugares como Londres, Rotterdam y desde los 90 en el cuerno de África. Sus ejecutivos creen que la región desde SudÁn a Somalia necesita entre 10 y 12 puertos y actualmente tiene sólo la mitad.

Por otra parte, Europa pudiera recuperar relevancia. Según, Bruno Bobone, presidente de la Câmara de Comercio e Industria Portuguesa y presidente del Consejo de Administración del Grupo Pinto Basto (empresa familiar líder en el sector de los servicios marítimos portugueses) Portugal tiene todo el potencial para volverse un actor clave en este sector. En el caso de que prospere la solicitud de ampliación del límite exterior de su plataforma continental, la superficie marítima portuguesa podría alcanzar el tamaño de la India. Portugal se encuentra en el centro de una comunidad de nueve países de habla portuguesa con casi 300 millones de consumidores repartidos por Europa, América del Sur, Asia y África y tiene la posibilidad de conectar el potencial económico de estos países con otras geografías.

Configuración futura

Al final del día, puede que no se trate de que países o regiones tendrán el control del comercio marítimo internacional, sino de qué empresas operadoras lo controlarán. Esto podría implicar que un grupo reducido de empresas decida a qué ritmo implementar innovaciones y eficiencias en el manejo de los puertos. La tecnología tiene el potencial de cambiar hasta las industrias más tradicionales, y es difícil predecir cómo la disponibilidad y uso de tecnologías como los barcos autónomos, el uso extendido de drones, el big data e incluso aplicaciones blockchain terminen configurando la oferta, la demanda, y las decisiones que tomen, exportadores, importadores, operadores de puertos y líneas navieras en el futuro.

Claves

  • El crecimiento de los desechos electrónicos constituye una creciente preocupación medioambiental y de salud en todo el mundo.
  • La formalización del reciclaje a mayor escala, la estandarización de regulaciones y la innovación tecnológica pueden convertir parte del problema en oportunidad.
  • Las decisiones de las empresas en cuanto a su cadena de suministros y diseño de productos y las decisiones de los consumidores (qué comprar, a quién y cuándo reemplazarlo) jugarán un papel fundamental.

 

A medida que la población mundial y el ingreso disponible aumentan, la producción, consumo y reemplazo de ítems electrónicos se ha incrementado, dificultando el manejo de los desechos electrónicos.

Según precisa el Global E-waste Monitor, el término desechos electrónicos, o e-waste abarca aquellos ítems eléctricos y electrónicos y sus partes que han sido descartados por sus usuarios sin la intención de reutilizarlos. Incluye una gran variedad de productos, casi cualquier producto del hogar o de oficina con circuitos eléctricos, componentes eléctricos o suministro de batería e incluye seis categorías, cada una con un ciclo de vida diferente, distintos impactos al medio ambiente y a la salud, y diversas formas de reciclar.

1. Equipos de intercambio de temperatura, comúnmente conocidos como de enfriamiento y congelación equipo: frigoríficos, congeladores, aires acondicionados, calefacción.

2. Pantallas, monitores. Equipo típico incluye televisores, monitores, laptops, notebooks, y tabletas

3. Lámparas. Fluorescentes, de descarga de alta intensidad, y LED.

4. Equipos grandes. Lavadoras, secadoras, lavavajillas, estufas eléctricas, equipo de copiado, y paneles fotovoltaicos.

  1. Equipos pequeños: Aspiradoras, microondas, ventilación, tostadoras, hervidores eléctricos, afeitadoras, básculas, calculadoras, radios, cámaras, juguetes eléctricos y electrónicos, pequeñas herramientas eléctricas y electrónicas, pequeñas. Dispositivos médicos pequeños, equipos pequeños de monitoreo y control.
  2. Pequeños equipos informáticos y de telecomunicaciones. Teléfonos móviles, sistemas de posicionamiento global (GPS), calculadores de bolsillo, enrutadores, ordenadores personales, impresoras, teléfonos.

Magnitud del problema

Según publica The New York Times Magazine, los desechos electrónicos se han convertido en la fuente de desechos de más rápido crecimiento en el mundo. Su acumulación se ha doblado en alrededor de una década y para 2021 su total anual se espera que ascienda a 57 millones de toneladas. Sin embargo, esta explosión podría tener una naturaleza dual, como un azote medioambiental o como recurso económico, ya que a pesar de que con frecuencia tienen plomo, mercurio y otras sustancias tóxicas, las laptops y teléfonos también tienen elementos de valor como oro, plata y cobre.

El problema principal viene dado por el hecho de que sólo alrededor de un 20% de los desechos electrónicos son recolectados y reciclados, y el destino del resto es desconocido. Se estima que sólo 41 países recolectan estadísticas sobre este problema, y esta data no puede ir a la par de la expansión en la cantidad de artefactos en tantas categorías.

Según, V. Ranganathan, el sector informal, se encuentra inadecuadamente capacitado para disponer de estos residuos, y con frecuencia se mezcla con otros desperdicios. Como resultado, la mayoría de estos materiales recuperables se filtran en el suelo, contaminando grandes extensiones de tierras y haciendo que no sean aptos para el cultivo. Metales como el mercurio, el cadmio y el plomo, que se encuentran en las placas de circuitos de los dispositivos, pueden filtrarse en el agua subterránea, causando problemas de salud, tales como daños al cerebro, hígado, riñones, pulmones, sistema nervioso y huesos. Los hogares tampoco son inmunes a este fenómeno: al igual que las fugas encontradas en las baterías, los dispositivos eléctricos no utilizados liberan lentamente sustancias químicas tóxicas que con el tiempo presentan peligros para la salud en el espacio donde se almacenan.

Manejo de los desechos electrónicos

En muchos países se amontonan peligrosamente grandes cantidades de residuos. Sin embargo, algunas acciones ya empiezan a aparecer para su procesamiento. En 2018, Hong Kong abrió su primera instalación de reciclaje con respaldo gubernamental para residuos electrónicos, la cual convierte las cajas de lavadoras, computadoras y televisores en trozos de plástico y acero. En el artículo antes citado en The New York Times Magazine se menciona también que ya se han ideado técnicas más seguras en el laboratorio para extraer valor a los desechos electrónicos. Una de ellas aísla elementos de metales raros con tecnología de nanotubos de carbono; otro recupera minerales clave al bombardearlos con ondas sonoras submarinas.

Acciones a tomar

La clave parece estar en el seguimiento continuo de estos desechos, así como en la concienciación del consumidor y de los productores en cuanto a la obsolescencia programada. En un estudio publicado por Greenpeace se menciona que frente a la saturación del mercado las compañías del sector cambian el diseño de los productos para acelerar el ciclo de reemplazo, haciéndolos difícil de mantener o mejorar, acortando el ciclo de vida de artefactos perfectamente funcionales. Mencionan que Apple, Microsoft y Samsung están moviéndose en este aspecto en la dirección inadecuada, mientras que HP, Dell, y Fairphone destacan como excepciones.

En resumen, se recomienda que los consumidores elijan productos de calidad, duraderos y reparables y que al momento de reemplazarlos se asegure el reciclaje del viejo dispositivo. Del mismo modo, la tarea para los productores, según este estudio pasa por diseñar para el planeta (usar el software para extender y no acortar los ciclos de vida), eliminar el uso de químicos peligrosos en la fabricación, utilizar material reciclado o reciclable y trabajar con socios de reciclaje con el fin de aumentar la formalización del proceso de reciclaje y maximizar la recuperación de materiales.

Claves

  • En 2018 el rol de Facebook ha sido cuestionado, por acciones u omisiones en el manejo de temas de privacidad y temas políticos y sociales desde EEUU hasta Myanmar.
  • Los patrones de uso de Facebook empiezan a cambiar: Facebook pierde usuarios en Europa y el tiempo que pasa la gente en su plataforma principal disminuye.
  • El liderazgo de Facebook puede estar en entredicho y no es descartable que sucedan algunos cambios. Si estos se traducen en modelos más alineados con los intereses del público, 2019 pudiera representar una oportunidad de reforma.

El año pasado estuvo plagado de malas noticias para Facebook, que pierde usuarios. Múltiples informaciones han hecho que se cuestione el rol del gigante de internet en la sociedad y su viabilidad futura. ¿Debe Facebook buscar reinventarse? ¿Cómo de probable es que lo haga, si se toma como indicador el manejo de las crisis el año pasado? ¿Cómo afrontar la pérdida de usuarios?

¿Red Social o plataforma política?

El 2018 comenzó con la promesa de Facebook de colocar contenidos más relevantes para los usuarios. Pero en marzo, el primer gran escándalo concentró la atención, publicado por The New York Times. Cambridge Analytica, una consultora política contratada por Donald Trump en la campaña de 2016, obtuvo acceso a información privada de más de 50 millones de usuarios de Facebook. La firma ofrecía herramientas que podían identificar las personalidades de los votantes e influir su comportamiento. La data obtenida incluyó detalles sobre las identidades de los usuarios, sus redes de amigos y sus “likes”. La idea era utilizar esa información para dirigirse a esas audiencias con anuncios digitales.

Para mayor consternación, en agosto, un reportaje de investigación Reuters mostraba la reacción tardía de Facebook ante posts que promovían el odio racial en Myanmar: cuatro meses después de que Mark Zuckerberg declarara ante senadores de Estados Unidos que la empresa estaba contratando docenas de hablantes de birmano para revisar estos comentarios, se encontraron más de 1,000 ejemplos de comentarios, imágenes y vídeos atacando a los Rohingya y a otros musulmanes en Myanmar. El contenido estaba en su mayoría en lengua local, incluyendo material subido hasta hace seis años.

La dominancia de Facebook en Myanmar se explica por dos factores. El primero, que las empresas de telecomunicaciones que entraron al mercado luego de la liberalización concedieron acceso a Facebook exonerando el costo de la data. Otro factor es que la empresa soportaba el alfabeto birmano, a diferencia de otros gigantes de internet. Otro reportaje del New York Times, explora cómo algunas cuentas incitando al odio podían vincularse con un complejo militar, y la operación de Facebook pudo emplear hasta 700 personas. Esto contrasta con el esfuerzo empleado para filtrar y traducir contenidos: Facebook empleó una consultora externa para ello, que empleaba 60 personas.

Cerrando el año, The New York Times publicó que la red social compartió más datos personales de sus usuarios con gigantes tecnológicos como Microsoft, Amazon o Netflix de los que se habían dado a conocer hasta ahora. De acuerdo a esta información, la compañía de Mark Zuckerberg compartió los datos sin el consentimiento de los usuarios.

Facebook autorizó a Bing (el buscador de Microsoft) a ver todos los nombres de las amistades de los usuarios de Facebook. A Netflix y a Spotify les permitió leer mensajes privados de sus usuarios. En total, fueron unas 150 compañías, en su mayoría negocios tecnológicos, los que se beneficiaron de estos acuerdos para acceder a los datos de Facebook.

Luego de eso, justo antes del cierre del año se inició una demanda por La Fiscalía general del Distrito de Columbia, en Washington, por el escándalo de Cambridge Analytica.

Dudas sobre el crecimiento a largo plazo

Además de lo anterior, Facebook pierde usuarios; se publicó en octubre que el número de europeos usando la plataforma diariamente bajó de 279 a 278 millones, mientras los usuarios mensuales cayeron de 376 a 375 millones. Aunque Facebook pierde usuarios, el número global de usuarios seguía en aumento (2,200 millones al mes).

Según apunta The Economist, Facebook aún es fuerte, pero enfrenta distintos retos, especialmente el de las formas cambiantes en que la gente utiliza sus productos, lo cual pudiera impactar sus beneficios. Los adultos mayores de 18 años pasan 31% menos tiempo en la plataforma en comparación con hace 2 años, lo cual se traduciría en menos oportunidades para vender anuncios. Una de las posibles respuestas es Instagram, plataforma que está aumentando la cantidad de anuncios que ven los usuarios, los desacuerdos respecto a que tanto impulsar la publicidad en Instagram figuran entre las razones por la que los fundadores dejaron Facebook en octubre. Hoy en día los anuncios constituyen un quinto de todos los posts que se ven en Instagram. Esto podría representar un riesgo, ya que la gente podría elegir pasar menos tiempo allí, al igual que lo hizo con Facebook.

Pareciera que las controversias políticas de Facebook aún no han ahuyentado a los anunciantes, pero esto pudiera cambiar en 2019. La industria de Marketing tiene dos principales quejas: una, que los usuarios no se encuentran tan movidos por los anuncios a pesar de los precios, y el otro relacionado con un posible inflamiento del alcance y audiencia de los anuncios. Facebook prometió alcanzar a más personas de entre 18 y 34 años en Estados Unidos que el total de la población existente en ese grupo de edad, y ha mantenido ese alegato a pesar de una demanda colectiva.

Se especula que, si los resultados y la percepción no cambian, Sheryl Sandberg, la Directora Operativa podría ser reemplazada. Como Mark Zuckerberg controla la mayoría de las acciones con derecho a voto, es poco probable que él se vaya. Pero la presión hacia él podría aumentar.

¿Puede la transformación empezar por la gente?

Según un artículo publicado en el Financial Times, los empleados de Facebook aún consideran a la empresa como el mejor lugar para trabajar en Estados Unidos (de acuerdo a una encuesta de Glassdoor), sin embargo, una encuesta interna publicada por primera vez en el Wall Street Journal encontró que sólo la mitad de sus empleados son optimistas sobre el futuro (32 puntos porcentuales menos que el año anterior) y únicamente un 53% de los empleados (-19 pp) considera que la compañía estaba contribuyendo a hacer del mundo un lugar mejor. Según este artículo, el hecho de que los empleados sean pagados en opciones hace que la transparencia no siempre está alineada con sus intereses financieros.

Finaliza con la idea bastante acertada de que aquellos empleados motivados únicamente por el dinero deberían dejarse ir y aquellos motivados por la misión, no deberían recibir más sorpresas desagradables. Si el liderazgo de la empresa se abriera con sus empleados sobre sus problemas, pudiera atraer los empleados adecuados para acometer su limpieza.

Un modelo de intereses mejor alineados con el público parece ser la solución. ¿Podrá el fundador ceder algo de control y promover más transparencia este año?

Trump, Salvini, Bolsonaro o los impulsores del Brexit, pero no solo ellos, protagonizan el fenómeno político más destacado y potencialmente desestabilizador de los últimos tiempos. Para algunos resulta amenazante y para otros motiva la esperanza por algo distinto y mejor. Sea como sea, los términos «populismo» y «populista» han cobrado tal preeminencia en el debate público que se han convertido en un auténtico cajón de sastre, una etiqueta atribuida a todo tipo de partidos, movimientos y actitudes a lo largo de todo el espectro ideológico y en diferentes etapas históricas, con una profusión que en buena medida desdibuja su significado y dificulta su comprensión.

Fruto de la necesidad de entender y abarcar la cuestión, se han generado toneladas de literatura con calidad y profundidad dispar. A rebufo del enorme interés que suscita, politólogos, periodistas, filósofos, sociólogos y economistas han trazado genealogías y establecido taxonomías del fenómeno en sus diferentes manifestaciones y en distintas latitudes. Nosotros rescatamos para esta reseña una selección bibliográfica compuesta por cuatro autores y tres libros: El pueblo contra la democracia: por qué nuestra libertad está en peligro y cómo salvarla, de Yascha Mounk; Cómo mueren las democracias, de Steven Levitsky y Daniel Ziblatt; y El regreso liberal: Más allá de la política de la identidad, de Mark Lilla. Las tres obras se cuentan entre lo más destacado de la literatura actual en castellano sobre el populismo. Las distintas perspectivas de sus autores resultan complementarias, a veces polémicas pero bien argumentadas. Mientras que Mounk nos ofrece un análisis macro de la evolución socioeconómica que nos ha llevado hasta aquí, Levitsky y Ziblatt explican, mediante el análisis histórico comparado, el modo en que el populismo socava la democracia desde dentro, y el papel de las instituciones y los agentes políticos en estos procesos. Mark Lilla por su parte analiza el caso concreto. Desde una perspectiva más militante, estudia la debacle del partido demócrata y la ausencia de una visión liberal de la sociedad frente al auge de la extrema derecha estadounidense.

En el momento de escribir estas líneas, comienza a materializarse una consecuencia muy real y tangible de lo que se ha dado en llamar «políticas populistas»: Reino Unido sale de la Unión Europea. Sus líderes reconocen el daño causado por el Brexit a la economía británica, estimándolo en un 3,9% del PIB durante 15 años en caso de acuerdo pactado; de un 9% en caso de que no haya acuerdo. Más allá del ruido, las decisiones políticas, populistas o no, tienen consecuencias reales. ¿Qué está pasando? ¿Vivimos un «momento populista» o estamos más bien entrando en una «era populista» de largo recorrido?

La senda hasta el momento actual:

Tras la caída de la Unión Soviética, se creía que el triunfo definitivo de la democracia liberal en todo el mundo sería solo cuestión de tiempo. Era el «fin de la historia» pronosticado por Fukuyama. En EE.UU. el nivel de vida se había duplicado entre 1935-1960, y de nuevo entre 1960-1985, pero a partir de entonces comenzó a estancarse. Tras la crisis financiera iniciada en 2007, la sensación en EE.UU. y en la mayor parte de Occidente ha sido de franca involución. Por otro lado, sociedades tradicionalmente homogéneas o con una clara jerarquía étnica y cultural se han convertido en las últimas décadas en sociedades netamente multiculturales, donde las minorías ya no se conforman con una igualdad nominal y donde otros sectores mayoritarios perciben estos cambios como una amenaza. Por último, hasta ayer por la tarde los medios de comunicación de masas eran coto exclusivo de las élites políticas y económicas. En opinión de Mounk, esta condición permitía que el establishment político marginara las opiniones políticas extremas. En la actualidad, la democratización de los medios de comunicación ha estrechado mucho la distancia entre centro y periferia política, dando espacio y alcance a las opiniones políticas más peregrinas y radicales.

Esta evolución general de los acontecimientos, tal y como explicaba Mounk, ha puesto en entredicho dos consensos fundamentales, muy arraigados desde el fin de la Guerra Fría: ni la estabilidad de la democracia en el mundo está asegurada, ni tampoco el liberalismo y la democracia son inseparables. En este sentido, se ha señalado una deriva muy importante: no se trata solo de que los ciudadanos muestren un escepticismo y hartazgo creciente hacia las instituciones liberales, es que las propias élites políticas se han aislado cada vez más. Se habría configurado entonces un tipo de liberalismo respetuoso con los procedimientos y con los derechos individuales, pero al mismo tiempo, amplias masas de votantes percibirían que sus votos no sirven para nada y que se está gobernando de espaldas a su voluntad. Este desgajamiento entre liberalismo —con el principio de los derechos individuales— y democracia —con el precepto de la voluntad popular— genera tensiones que están siendo aprovechadas por las alternativas populistas.

Los pilares básicos del populismo:

El rango que va desde Rodrigo Duterte en Filipinas hasta Alexis Tsipras en Grecia nos da una referencia sobre la gran complejidad y diversidad del fenómeno populista. No obstante, es posible delimitar unos principios elementales que ilustran el modo populista de ver el mundo y la política:

  1. La política es un asunto mucho más simple de lo que afirman los políticos tradicionales. La gente sabe instintivamente lo que hay que hacer.
  2. La necesidad de un «hombre honrado» capaz de compartir la visión del pueblo, dispuesto a llevarla a cabo sin reparar en obstáculos institucionales.
  3. La búsqueda de un chivo expiatorio: China, los extranjeros, terroristas, musulmanes, el establishment, los medios o los capitalistas… En definitiva, los culpables del estancamiento de las rentas y de la amenaza a la identidad.

En cierto sentido, y aquí viene la paradoja señalada por Mounk, los líderes populistas serían más democráticos que los políticos tradicionales. Creerían con firmeza que los principios y objetivos sostenidos por una supuesta mayoría social deberían llevarse a cabo a toda costa porque «así lo quiere el pueblo»; y ninguna institución o derecho individual debería oponerse a la voz general. Muchos de los principales movimientos populistas serían profundamente iliberales, sostiene Mounk, pero no necesariamente antidemocráticos. El mapa de la disputa que se dibuja sería entonces entre las «democracias iliberales», que ponen en peligro los derechos individuales y de las minorías; y el «liberalismo no democrático», en el que los derechos y garantías son teóricamente respetados, pero donde la democracia, en su sentido etimológico, no funcionaría.

«Democracias iliberales» no es más que uno de los posibles términos acuñados para designar a los nuevos movimientos que ponen en cuestión la democracia liberal moderna tal y como la conocemos. Por más que se tracen paralelismos con las dictaduras de los años 30, la morfología y el modus operandi de los nuevos autócratas han cambiado. En la práctica totalidad de Occidente ya no operan dictaduras de riendas desatadas en forma de fascismo, comunismo o gobierno militar. La gente sigue votando, mientras los presidentes electos, bajo la apariencia de legalidad, impulsan medidas que en realidad subvierten la democracia. Con la excusa de combatir la corrupción o mejorar el sistema electoral, van minando instituciones clave, intentando controlar el poder judicial o sobornando y presionando a los medios de comunicación. Para muchos, este progresivo deterioro de la democracia resulta casi imperceptible. Con su método comparativo Levitsky y Ziblatt investigan en qué se equivocaron los políticos del pasado para abrir las puertas a dictadores en potencia o, en cambio, qué estrategias usaron para mantener a los extremistas alejados del poder. Las conclusiones de su estudio arrojan grandes similitudes entre populismos autoritarios aparentemente muy distintos.

El caso de EEUU:

Como primera potencia mundial y una de las democracias liberales más antiguas y sólidas del mundo, el ascenso del trumpismo en EE.UU. se ha convertido en uno de los casos más mediáticos del populismo. Lilla, Levitsky, Ziblatt o Mounk señalan la década de 1980-90, la América de Reagan, como cesura clave que sitúa el incremento progresivo de la polarización política en el país hasta llegar al momento actual. En su libro, Lilla analiza los programas y campañas electorales de los demócratas, subrayando su incapacidad para crear una visión ambiciosa e integradora del país. En detrimento de un discurso integrador de la ciudadanía, la izquierda estadounidense habría derivado hacia políticas identitarias de las minorías, dejado el campo expedito para el mensaje reactivo de la extrema derecha, aquel que apela con éxito a los sentimientos y miedos más arraigados de sus votantes. El ensayo de Mark Lilla resulta útil para extrapolar algunas enseñanzas sobre la polarización política y su traslación al debate étnico y cultural; aquel caldo de cultivo que Levitsky y Ziblatt señalaban como condición necesaria para el ascenso del populismo y la muerte progresiva de las democracias.

Qué hacer:

Por más que la primera gran ola de populismo autoritario ha llegado al poder en Estados Unidos, Hungría, Italia o Brasil, entre otros países, las verdaderas consecuencias políticas, económicas y sociales del fenómeno, así como una eventual segunda ola en países como Francia o Alemania, aún no ha sido bien calibrada. Otro tanto ocurre con la prescripción de recetas para combatirlo. No obstante, Mounk propone un plan de actuación conjunta en distintos ámbitos:

  • En la parte económica recomienda políticas efectivas para atenuar la desigualdad y sostener, en la medida de lo posible, la aspiración a la mejora en los niveles de vida. El reparto equitativo del crecimiento económico, sostiene el politólogo, no es solo ya cuestión de justicia distributiva sino factor crítico para la estabilidad política.
  • En el orden geoestratégico, y en contra de la corriente de opinión generalizada, defiende que para aprovechar los potenciales beneficios de la globalización, debería recuperarse el estado-nación como agente relevante en las grandes decisiones globales.
  • En lo que respecta a la construcción de un imaginario común, y en conexión con Mark Lilla, señala la importancia de construir un discurso cuyo santo y seña sea la democracia plural y multiétnica, donde se destaquen más los elementos que nos unen que los que nos separan.
  • Las escuelas y universidades necesitan recuperar su papel en la formación de ciudadanos dentro del marco de la democracia liberal.

Por su parte, Ziblatt y Levitsky ponen el acento en la importancia de los comportamientos de la élite política de los partidos tradicionales. Abordan además una cuestión crucial: si todos los mecanismos de contención han fallado y los políticos autoritarios han llegado al poder, ¿serían las instituciones un freno suficiente para este tipo de gobernantes? Si lo llevamos al caso práctico, ¿podrán las instituciones estadounidenses frenar el proyecto del trumpismo? La respuesta de los profesores de Harvard es que por sí solas no bastan. Se requieren normas democráticas sólidas y concisas; una defensa constitucional activa de los partidos y la ciudadanía organizada; y también son importantes las normas no escritas, aquellas que fueron claves para la estabilidad política de EE.UU. durante todo el siglo XX. A saber: la tolerancia mutua entre partidos rivales y la contención de los propios políticos a la hora de ejercer sus prerrogativas constitucionales.

 

 

 

Cómo mueren las democracias. Steven Levitsky y Daniel Ziblatt. Ariel, septiembre 2018. 336 pp.

 

 

 

 

 

 

 

 

El pueblo contra la democracia. Por qué nuestra libertad está en peligro y cómo salvarla. Yascha Mounk. Paidós, septiembre 2018. 416 pp.

 

 

 

 

 

 

 

El regreso liberal. Más allá de la política de la identidad. Mark Lilla. Debate, mayo 2018. 160 pp.

Tendemos a pensar que el futuro –de cualquier cosa, no sólo del dinero– depende en gran parte de los límites que la razón, encarnada en la ciencia como su instrumento más refinado, irá marcando. Ese fue el relato ilustrado que ha prevalecido hasta hace pocos años; un relato que se hizo añicos con la crisis económica. Ahora, en la era de los populismos y el resurgir identitario, ninguna buena idea, ningún progreso se dará sin una batalla cultural. Esta es la que tiene que dar el dinero para ganarse un futuro al servicio de los ciudadanos.

Abundan en las mesas de novedades los libros de ciencia, o los ensayos políticos, filosóficos, económicos, que nos hablan de la influencia de lo biológico en nuestro comportamiento. La neurociencia o la psicología social han dejado grandes ensayos últimamente. Podemos pensar en Homo Sapiens de Yual Noah Harari, o en la serie que Steven Pinker ha dedicado al progreso, o en La mente de los justos, del psicólogo evolutivo Jonathan Haidt, quizá el que con más tino ha explicado los sesgos de confirmación y nuestra propensión a creer mentiras mientras refuercen nuestros prejuicios. También es muy interesante su libro –firmado junto a Greg Lukianoff– The Coddling of the American Mind, una advertencia sobre el dogmatismo e intolerancia en la academia. Algo que también aplica al dinero.

Se insiste en muchos de estos trabajos en la memoria de la especie, en esa capacidad atávica para recordar comportamientos que hicieron, gracias a la evolución, que seamos como somos. Es esta memoria profunda, instintiva, la que se ha puesto en valor últimamente, porque somos mucho menos racionales de lo que creíamos ser y, por contra, tomamos muchas decisiones basados en la misma, lo que comporta dinámicas distintas. Combina con ella la comprensión de las “estabilidades espontáneas”. Hayek hablada de las creaciones del género humano que han venido para quedarse, y el dinero como instrumento de cambio, medida de valor y depósito de ahorro, es una de ellas.

Y es aquí, con la economía, y más concretamente con el dinero, donde parece que tenemos un problema evolutivo serio, porque no dejamos de cometer los mismos errores, y no funcionan ni las apelaciones racionales ni nuestros instintos de especie. Siendo todo lo económico y monetario esencial en la buena salud del individuo y la sociedad, no deja de extrañar que la memoria de la catástrofe económica dure, como decía Galbraith, apenas una década. Da igual que sea la gran inflación alemana de entreguerras, que la catástrofe opuesta y de similar malignidad que supuso la gran deflación americana.

¿Acaso no hemos visto cien veces en la historia los abismos a los que nos llevan el proteccionismo y el nacionalismo económico tan queridos de dictadores y líderes populistas? Así es, y, sin embargo, volvemos a acariciar una guerra comercial abierta y otra de divisas, más encubierta y peligrosa, que nace en el corazón mismo de los países que dieron forma a la globalización librecambista. La batalla de ideas es clave para recuperar no sólo los fundamentos racionales sino también la experiencia histórica, tozuda en cuanto a resultados prácticos pero menos que la insensatez cortoplacista y miope imperante.

Un mundo abierto

Las noticias sobre el futuro del dinero, y en concreto sobre su inmaterialidad, bien como dinero “fiat” que descansa exclusivamente en la confianza en el sistema político, en el Estado, o bien como criptomonedas basadas en la confianza mutua entre ciudadanos privados del mundo, son constantes. Recientemente ha habido dos que marcan tendencia: por un lado, Chicago abre su mercado de futuros a las criptomonedas. Por otro, Fidelity es el primero de los institucionales privados en crear una filial para la gestión y custodia de activos de este tipo de dinero.

El futuro del dinero se construirá con nuevas herramientas, entre ellas, la digitalización, y esto comportará la internacionalización y la horizontalidad. El dinero en papel y en moneda está destinado a desaparecer, entre otras cosas porque, más allá de incomodidades logísticas, propicia enormes distorsiones al facilitar la economía sumergida y delincuente. Otra cosa será si el dinero digital continuará como monopolio de los Estados o la revolución digital hará posible las criptomonedas como alternativa como alternativa competitiva, horizontal y privada.

Existe una tecnología sólida para las criptomonedas, el blockchain o cadena de bloques, que es un registro de datos de seguridad muy alta que aumentará la confianza de los usuarios en la viabilidad teórica de esta nueva manifestación formal del dinero, y que ha nacido con él pero que ha cobrado vida propia más allá de su función inicial instrumental.

Siendo esto así, cabe preguntarse el porqué de tanto temor político y cultural a esta nueva etapa en la forma del dinero. No existe una barrera tecnológica, sino de otro tipo. Es la quiebra del monopolio de emisión, el debilitamiento de la política monetaria como instrumento principal de ingeniería social, la desaparición de los límites estatales… Es un reto público, de organización económica y social de gran magnitud.

Y tiene sentido que así sea, pues las nuevas monedas, que surgen de abajo arriba, vienen a cuestionar monopolios de poder bien asentados: los del Estado-nación y su rol en la emisión monetaria. Esta nueva etapa del dinero cuestiona algunos fundamentos conceptuales del Estado-nación, y estando como estamos en plena regresión nacionalista, no es extraño que los neonacionalistas y populistas, enemigos de la globalización, vean en estas iniciativas innovadoras un peligroso enemigo. La libertad siempre lo ha sido para ellos. Seamos conscientes, por tanto, en el papel esencial que juega la batalla de ideas en el futuro del dinero, que no será nunca –aunque a veces así lo creyéramos– un asunto meramente técnico.

Haríamos mal en subestimar estas dos barreras, la política (por que ataca un monopolio del Estado-nación) y la cultural (porque se produce con una tecnología de la que la ciudadanía aún desconfía). Es necesario hacer pedagogía del cambio, algo que ha fallado en estos años y que ahora, si volvemos a tomar como termómetro las novedades en las mesas librerías, sí que parece estar cambiado. Pienso en los libros del mencionado Pinker, en Luis Pérez-Breva, del MIT y su libro sobre la innovación, o en el libro de Carlos Domingo sobre criptomonedas y blockchain, que tuve el honor de prologar. Recientemente se ha incorporado otro de impecable factura, El patrón bitcoin, del economista Saifedean Ammous. El libro lo prologa un referente para pensar el futuro del dinero y de la economía, el financiero y ensayista Nassim Taleb.

Reputación y otros intangibles del dinero

Con libertad y horizontalidad, la información fluye de forma directa e inmediata, con lo que los individuos tienen la capacidad de aprender a tomar mejores decisiones. Hay menos distorsiones, y esto reduce el riesgo, entre otras cosas, de burbujas de activos. También se recupera al ciudadano libre, responsable de sus decisiones y gestor de riesgos, frente a la actual dejación de responsabilidades en el Estado, para convertirse en consumidor protegido.

Por supuesto, y para no alimentar posiciones absolutas que a nada conducen, es necesario modular este nuevo fenómeno, siendo el mejor ejemplo el necesario control de las formas de criminalidad que se amparan en las criptomonedas, y en general en el mundo financiero global. Otro buen ejemplo sería la necesaria decisión, sí o no, que tendrán que tomar los Bancos Centrales para constituirse en emisores de criptomonedas, y en los retos para un adecuado control de instrumentos ligados al sistema (M3) o el desafío que este nuevo dinero emitido por los bancos centrales supondría para la banca privada, ya que la tecnología actual haría viable a los ciudadanos tener todos los servicios actuales a su disposición en el Banco Central y en la criptomoneda central.

Estos intangibles serán esenciales en el futuro del sistema. Hay que dar esa batalla para recuperar cierta capacidad de acción y poder defender los beneficios que estos cambios pueden conllevar para el conjunto de los ciudadanos.

Conclusiones

La digitalización completa del dinero, en sus distintas formas e innovaciones, nos acercan más a un ideal de progreso universal y, quizás, pueda acabar de una vez con la paradoja de la mala memoria económica de nuestra especie. Un sistema más horizontal y transparente es un sistema más democrático, más legitimo socialmente, más sostenible y económicamente sano, sin embargo me temo que nuestra ‘memoria de pez’ para los asuntos económicos prevalecerá aunque con efectos más amortiguados.

Vivimos momentos complicados, en los que lo nuevo no acaba de llegar y lo viejo no termina de desaparecer. Los Estados intentan retener el control, y de ahí que estemos abocados aún a grandes fluctuaciones e inestabilidad en el valor de las criptomonedas. Pero no hay que verlo como síntoma de inviabilidad, sino del desafío que supone al status quo una novedad tan radical.

Aunque estemos ahora en un momento de zozobra por la vuelta de los nacionalismos y los neosoberanismos, el futuro del dinero seguirá un camino de globalización horizontal y esto será positivo, tanto para los ciudadanos, como en consecuencia para el sector. Deberemos persistir en este relato para una buena batalla cultural.

 

Claves

  • El turismo de salud tiene numerosas definiciones y dificultades en su medición que no permiten conocer todas sus aristas.
  • Los países que destacan en el subsector son reconocidos por especialidades médicas específicas, o por sus ventajas en el uso de la tecnología. El caso de Malasia sobresale por la coordinación institucional existente.
  • La tecnología puede ser un factor importante en el momento de reducir las incertidumbres relacionadas con la elección de tratamientos médicos en otros países.

Las definiciones de qué constituye turismo de salud y turismo médico varían de país en país y esto dificulta su medición precisa. La UE incluye 3 subcategorías: el turismo médico per se (aquel con fines curativos) el turismo de bienestar y el turismo de bienestar y de spa (los dos últimos se superponen). Según la Organización Mundial de la Salud, también hay dificultades en obtener la información, porque esta se ubica en numerosos registros gubernamentales, en revisiones de sistemas sanitarios, e incluso en bases de datos confidenciales de compañías aseguradoras.

The Economist cita varias estimaciones en cuanto al valor del mercado, que podría ascender a 60 mil millones de dólares al año, y menciona que el incremento en pacientes de clase media en Asia y África, que se traduce en más gente dispuesta a gastar si no pueden encontrar lo que requieren en casa. De igual forma, los consumidores tienen incentivos para viajar dadas las diferencias de precios entre fronteras por el mismo tratamiento. Un reemplazo valvular cuesta 30,000 euros en Alemania, y en Austria puede costar la mitad, con poca o ninguna disminución en calidad. Según Deloitte, más gastos en salud no siempre producen mejores resultados, por ejemplo, en 2016 Estados Unidos gastó en salud 16.9% de su PIB, mucho más que países comparables, pero se ubica en la mitad inferior en el ranking de la OCDE en cuanto a esperanza de vida.

Destinos más destacados

Los costes, la conectividad desde el origen y el nivel de experiencia parecen jugar un papel importante.

Algunos gobiernos como Corea del Sur, Dubai o Malasia han invertido en crear centros regionales para atraer pacientes extranjeros. La revista Medical Tourism menciona los diez destinos que más resaltan:

  • India: Calidad y bajo coste, hospitales acreditados, y cortos tiempos de espera.
  • Brasil: Hub de cirugía plástica y cosmética a precios accesibles.
  • Malasia: Comfort para el paciente, bajos costes, y servicios específicos con presencia en aeropuertos para este tipo de viajeros, llevados a cabo por el Consejo de Turismo de Salud de Malasia (Malaysia Healthcare Travel Council, MHTC) que agrupa a todos los ministerios y agencias involucrados.
  • Tailandia: Mayor número de hospitales acreditados en el sureste asiático. Conocido por procedimientos cosméticos y dermatológicos. Cuenta con el Hospital Internacional Bumrungrad en Bangkok, debidamente acreditado y atendiendo 400,000 turistas médicos al año.
  • Turquía: Poco tiempo de espera y calidad en las áreas de cirugía de trasplantes, radioterapia, cirugía ortopédica, neurocirugía y medicina genómica. Asimismo, su aerolínea principal ofrece tasas descontadas a turistas médicos.
  • México: Conocido por su ventaja en atención dental y cirugía cosmética, alternativa viable para pacientes de Estados Unidos.
  • Costa Rica: Bajos costes y altos rankings (por encima de Canadá y EEUU) en atención dental y cirugía plástica. También construye su reputación en cirugía oftalmológica y terapias oncológicas.
  • Taiwán: Posicionándose como hub para el tratamiento de enfermedades cardíacas y ortopédicas. Líder en trasplante de riñón en Asia.
  • Corea del Sur: Uno de los países tecnológicamente más avanzados, tecnología punta y personal entrenado. Cobertura de seguros extensiva ofrecida a turistas médicos.
  • Singapur: Hospitales punteros, y en general, uno de los sistemas de salud más eficientes del mundo.

Diagnóstico Europeo

Una investigación del Parlamento Europeo aporta algo de claridad sobre la región. El volumen de turistas de salud se estimó alrededor de los 56 millones de personas, y aporta aproximadamente un 4.6% del total de ingresos por concepto de turismo en los países miembros de la UE. Asimismo, más de tres cuartas partes de estos ingresos se concentran en 5 países: Alemania, Francia, Polonia, Italia y Suecia y dos tercios corresponden al turismo de bienestar.

Del mismo modo, se estima que el turismo de salud puede tener un efecto beneficioso en el mercado laboral, y puede contribuir tanto a reducir la estacionalidad del turismo como a incentivar la conservación del medio ambiente, ya que un entorno limpio es un factor importante en el momento de elegir un destino con estos fines.

No obstante, la misma investigación identificó una colaboración insuficiente en Europa entre los destinos, las empresas y otros stakeholders, así como la ausencia de una regulación específica y de promoción conjunta.

El futuro

A pesar de lo anterior, la tecnología puede jugar un papel importante a la hora de ampliar el conocimiento sobre este nicho de importancia creciente. The Economist menciona dos firmas online, Qunomedical y Medigo, basadas en Berlin, que permiten a los pacientes buscar tratamientos médicos dentro de una gran selección de proveedores, ofreciendo información clara sobre precios y la calidad de los servicios. Ambas cobran comisiones a los hospitales y clínicas listados de forma transparente, y Medigo también cobra comisiones a pacientes y clientes corporativos. Los pacientes califican, mientras que asesores personales también están disponibles para facilitar la decisión.

Una combinación de incremento en el uso de data y mayor coordinación interinstitucional, puede contribuir a la articulación de mejores estrategias para el subsector. A corto plazo, lo más probable es que sigamos escuchando noticias de aquellos países que han decido apostar por el turismo de salud de forma coordinada desde hace varios años.

 

Claves

  • Tanto en Europa como en Latinoamérica, el ascenso e influencia de movimientos y líderes con rasgos populistas y nacionalistas se ha consolidado en 2018
  • El populismo carece de ideología, pero es una práctica política que responde emocionalmente a los problemas de las democracias liberales y genera posturas en las que se deslegitima al adversario.
  • Un ejercicio de autocrítica y de políticas y mensajes renovados por parte de los partidos liberales podría contener el ascenso populista, pero el interrogante queda abierto.

 

El dinamismo de los movimientos populistas y de demagogia es una realidad. Según un Informe del Instituto Tony Blair para el Cambio Global, el atractivo de los partidos populistas en Europa se ha incrementado en las últimas dos décadas. En Europa del Este los partidos populistas obtuvieron un 9.2% de los votos en 2000, y un 31.6% en 2017. En Europa Occidental, el fortalecimiento de populistas de extrema derecha, ha hecho que partidos de centro derecha asuman posturas más extremas, en especial nacionalistas en cuanto a la inmigración. Del mismo modo, su presencia ha hecho difícil articular coaliciones ideológicamente coherentes.

Algunos de los ejemplos europeos más recientes son:

  • A finales de 2017, en Alemania, el partido de extrema derecha Alternativ für Deutschland cosechó un 12.7% de los votos, su mejor resultado histórico.
  • El 14 de marzo, en Italia, la Liga del Norte, partido de ultraderecha, obtuvo 17.4% de los votos el 14 de marzo de 2018, y la popularidad de Matteo Salvini, su líder, ha ido en aumento. Una coalición de derechas e izquierdas gobierna.
  • En abril, el primer ministro húngaro Victor Orban aseguró cómodamente un tercer mandato en una elección dominada por el tema migratorio.
  • En septiembre el partido anti-inmigración, Demócratas de Suecia, obtuvo un 18% en medio de una correlación de fuerzas parlamentarias complicada.

Por otra parte, las dos economías más grandes de Latinoamérica votaron masivamente por candidatos con rasgos populistas. En julio, Andrés Manuel Lopez Obrador (AMLO) en México, en octubre, Jair Bolsonaro en Brasil.

Según Marta Lagos, directora ejecutiva de Latinobarómetro, la elección de AMLO en México muestra cómo los candidatos “extramuros” del establishment político, se transforman en el nuevo establishment. Elegir a un “no político” que fustiga la política tradicional es lo que está en boga en una región donde la política está siendo cuestionada. América Latina tiene 650 millones de habitantes, los dos presidentes electos representan 329 millones de habitantes (Brasil 207 y México 122 millones). Concluye que “El problema principal de las democracias en América Latina es el deterioro de las élites, la corrupción y la desconfianza ciudadana en las instituciones de la democracia, sumada a la falta de conducción democrática de sus líderes”

En el Informe Latinbarómetro sólo en 9 países de los 18 estudiados en la región, el apoyo a la democracia es superior o igual al 50%, liderado por Venezuela que marca 75% seguido de Costa Rica con 63%, Uruguay con 61% y Argentina con 59%, en el otro extremo se sitúan con el menor apoyo; El Salvador y Guatemala con 26%, seguidos por Brasil y Honduras, 34%.

¿Es el populismo una ideología?

El Informe del Instituto Tony Blair para el Cambio Global precisa algunos aspectos de su definición. No considera el populismo como una ideología sino como una lógica de organización política, en cuyo centro figura una distinción entre amigos y enemigos, donde quienes apoyan a los populistas están representados como legítimos y sus opositores como ilegítimos. Y puede tener lugar en cualquier punto del espectro político, tanto la extrema derecha como la extrema izquierda. En segundo lugar, se limita a considerar como populistas únicamente a aquellos partidos y líderes que alegan representar la verdadera voluntad de la gente en oposición alas élites locales, inmigrantes, grupos étnicos, religiosos o minorías sexuales.

Según William Galston en un artículo publicado para el Brooking Institutions, un think-tank, resulta evidente que el populismo europeo ha ganado fuerza por la oposición a la inmigración masiva, a la liberalización cultural y a la renuncia percibida de la soberanía nacional a distantes organismos internacionales. Agrega que, de dejarse desatendido, el ascenso del sentimiento anti-migratorio, y anti-internacional podría tener graves consecuencias para la democracia liberal.

Escenarios y posibles respuestas

Según el informe del Institute for Global Change, existen tres escenarios futuros básicos para el populismo en Europa. El populismo podría ser un inocuo interludio. O podría representar la nueva normalidad, cambiando las políticas públicas a largo plazo, sin representar una amenaza real a la estabilidad del sistema. También podría ser el presagio de una consolidación democrática, aumentando las posibilidades de que el futuro de la democracia europea se encuentre más amenazado de lo que muchos científicos sociales creen.

En cuanto a Latinoamérica, la situación es más volátil, y a pesar de tener problemas distintos, pueden establecerse paralelismos con el populismo europeo: su ascenso también ha estado marcado por una rebelión percibida contra élites económicas o políticas. Y la debilidad institucional puede hacerlo más difícil de superar.

Una alternativa mencionada en The Economist en contraposición al ascenso del populismo es una renovación en el pensamiento y práctica del liberalismo a nivel global. Afirman que los liberales deben pasar menos tiempo menospreciando a sus críticos como tontos o fanáticos y más tiempo arreglando lo que está mal. Deben apropiarse del nacionalismo y llenarlo con un orgullo civil inclusivo, y redescubrir su creencia en la dignidad y autonomía del individuo reduciendo sus propios privilegios. Concluyen que, si prevalecen, será porque sus ideas son superiores en cuanto a la habilidad de esparcir libertad y prosperidad.

¿Podrán los liberales comunicar efectivamente lo anterior en 2019 y más adelante? Los procesos electorales de los próximos meses contribuirán a la respuesta.

Clave

  • Las demandas del desarrollo económico y el deterioro de la infraestructura existente son factores que hacen imperativo un enfoque holístico al desarrollo de la infraestructura.
  • La financiación es crítica, contar únicamente con la participación del Estado es insuficiente y muchos países del mundo presentan brechas en este aspecto.
  • La flexibilidad en cuanto a los usos y la priorización en la ejecución son factores relevantes en el desarrollo futuro de la infraestructura. Un enfoque más eficiente en la ejecución y en el mantenimiento de la infraestructura puede contribuir a aminorar la presión financiera.

Según un informe de McKinsey, hoy en día la inversión en infraestructura y bienes raíces se sitúa en 14% del PIB global. El deterioro de la infraestructura existente, una población en aumento y las demandas del desarrollo económico impulsan a las naciones a dirigir más fondos al transporte, electricidad, y otros sistemas que catalizan el crecimiento económico.

Según el mismo estudio, 54% de las necesidades del mundo estarán en Asia, la mayoría en las dos economías de mayor crecimiento y los países más poblados. China representará un 34% del total global e India un 8%. Asimismo, la tendencia es que la inversión se continúe redirigiendo a los mercados emergentes, representando dos tercios de la inversión global hacia 2035.

Variaciones regionales

A pesar de lo anterior, existe un déficit de 5.5 billones de dólares americanos (US$) (del inglés 5.5 trillion) entre el presente y 2035, con variaciones regionales.

Países como Australia, China y Japón han invertido lo suficiente como para exceder sus requerimientos de inversión proyectados, y necesitan invertir una proporción menor de su PIB de lo que han hecho en el pasado. Por otra parte, Alemania, el Reino Unido y Estados Unidos tienen brechas significativas entre su gasto actual y lo que se requiere.

Reflejando el hecho de que la mayoría de la demanda de inversión en infraestructura, las mayores brechas pueden ubicarse en Brasil, Indonesia y México.

Muchos países del G20, han empezado a actuar en función de este imperativo de inversión. Los países miembros de la Unión Europea, por ejemplo, han aumentado su tasa de inversión esperada. En Estados Unidos, la inversión en infraestructura parece haber ascendido en la agenda, y el mismo presidente Trump la ha identificado como un área potencial de colaboración con el partido demócrata.

Por otra parte, el Foro Económico Mundial, identifica la infraestructura como uno de sus pilares de competitividad, habiendo realizado un ranking sobre la calidad de la infraestructura basada en diversos criterios: conectividad de carreteras, calidad de las mismas, densidad de líneas férreas, eficiencia en servicios de trenes, conectividad área, eficiencia en servicios de transporte aéreo, conectividad marítima, eficiencia de servicios de puertos, tasa de electrificación, pérdidas en transmisión y distribución eléctrica, fiabilidad del suministro de agua y exposición a agua no potable.

En dicho ranking figuran como líderes:

  1. Singapur
  2. Hong Kong
  3. Suiza
  4. Países Bajos
  5. Japón
  6. Corea del Sur
  7. Alemania
  8. Francia
  9. Estados Unidos
  10. España

El futuro

KPMG ha identificado una serie de tendencias emergentes que estarían definiendo el desarrollo de la infraestructura a corto plazo y que podrían contribuir a gestionarla:

  • El enfrentamiento de fuerzas en competencia: Los hacedores de políticas públicas necesitan construir puentes entre visiones opuestas. El reto es crear un futuro compartido al mismo tiempo que se toman decisiones difíciles, tales como decidir entre financiar la infraestructura de salud para los mayores o la movilidad para los millenials. En este contexto se debe tener mejor data, y herramientas de análisis más sofisticadas para tener proyecciones más precisas.
  • Los planificadores incorporan flexibilidad: Se espera que en el diseño y la contratación de proyectos que puedan tener en cuenta un rango de futuros posibles. Por ejemplo, cuando se construye una línea de distribución eléctrica debe pensarse cómo los vehículos eléctricos podríanafectar la naturaleza de la demanda.
  • La sostenibilidad asciende en la agenda: La visión de sostenibilidad se amplíapara crear más valor, e incluye la sostenibilidad financiera (que las estructuras sean relevantes y apropiadas), operacional (que las tecnologías aplicadas a los activos sean las mejores para optimizar su desempeño), tecnológica (considerar tanto la viabilidad como posible obsolescencia de la tecnología de base) y social (que los beneficios lleguen a todos los niveles).
  • El ritmo del desarrollo, bajo el microscopio: Los países están repensando el ritmo de planificación y ejecución. En mercados en desarrollo, esto podríatraducirse en un ritmo más lento para pensar en la priorización de proyectos en términos de adecuación y sostenibilidad. En mercados maduros, podríasignificar mayor velocidad, acelerando y estandarizando esos procesos de planificación, priorización, aprobación y ejecución.
  • La seguridad se posiciona como crítica: La expansión de la interconectividad de la infraestructura física está haciendo vulnerables a hackers sistemas enteros. Los estándares están en proceso de mejora y los gobiernos han identificado los activos estratégicos y empezado a determinar claros lineamientos para protegerlos.
  • Alineación entre pagadores, inversores y beneficiarios: Se espera que se tome en cuenta y se discuta el balance entre quién paga y quién se beneficia del desarrollo de la infraestructura.
  • Modelos de precios maduran: Aplicación extendida de modelos de precios dinámicos, incluyendo variables como la habilidad del pago, el valor que añaden a un servicio y la urgencia de su uso, así como reguladores pensando en cómo estos modelos pueden aplicarse de forma justa.
  • Los beneficios de compartir data se hacen más evidentes: Esto llevaría a los gobiernos a adquirir más habilidades en manejar, compartir y usar data en distintos departamentos y jurisdicciones, y entre los distintos actores involucrados en la prestación de servicios.
  • Re-convergencia de activos: La línea divisoria entre las distintas clases de activos y entre inversores en infraestructura e inversores en bienes raíces empieza a desaparecer, en efecto los bienes raíces son un componente esencial de todo proyecto de infraestructura. Se observan firmas de capital inversión (private equity) de bienes raíces desarrollando fondos de infraestructura.

 

Razones para ser optimistas

Según McKinsey, hay mucho que mejorar en cuanto a la efectividad en la gestión de la infraestructura. Un enfoque basado en hechos, una ejecución fluida y la optimización del mantenimiento de la infraestructura existente puede cerrar la brecha y reducir gastos en más de un billón (trillion) de dólares al año por la misma cantidad de infraestructura.

Asimismo, no sería improbable que algunos de los países del mundo que lideran el desarrollo de infraestructura a nivel global antes mencionado compartan mejores prácticas y contribuyan al debate de cómo construir infraestructura capaz de favorecer el crecimiento económico global a largo plazo y reducir las brechas de financiación.

Tanto si tuviste la suerte de estudiar en una escuela de negocios como si no, probablemente tengas alojada en tu cabeza la premisa que reza que el objetivo de una empresa es ganar dinero. Al menos, fue una idea central en mi propia formación en negocios. Aun siendo consultora en temas de sostenibilidad, una de las frases que más escucho es “show me the money” [¿dónde está el dinero?]. Es por eso que me volví parte del grupo de gente que estudia y conecta la idea de la sostenibilidad corporativa con la creación de beneficio económico.

Tras muchos años y casos de estudio, se ha demostrado que la sostenibilidad corporativa, entendida como el desarrollo de prácticas que tienen un impacto positivo en todos los stakeholders, no solo es rentable, sino que también es una buena práctica en los negocios: fomenta la innovación y la creatividad, ayuda a abrir nuevos mercados y nuevas fuentes de ingresos, reduce los costos a largo plazo (en energía y agua, por ejemplo), previene y mitiga una serie de riesgos asociados con el medio ambiente y la marca, contribuye para aumentar la productividad, facilita el acceso al capital, entre otros.

Hace más de 25 años, John Elkington introdujo el término triple bottom line para referirse a un marco de sostenibilidad, el cual toma en cuenta el impacto social, ambiental y económico de una empresa. En junio, él escribió “A management concept recall,” en el cual les recordó a sus lectores que su concepto destaca el impacto económico (no financiero) para transmitir un cambio sistémico radical en las empresas. La mayoría de los líderes en el mundo de los negocios aún se centran principalmente en maximizar las ganancias financieras a corto plazo para los accionistas a corto plazo, a expensas de todos los demás interesados.

Este enfoque en las ganancias a corto plazo conlleva a muchos actos no éticos, ilegales, inmorales y devastadores. Bajo la creencia de que las ganancias deben priorizarse sobre todo lo demás, hemos observado empresas vendiendo productos que provocan cáncer; campañas publicitarias de millones de dólares las cuales enseñan a los niños a pedir comida chatarra u otras compras innecesarias a sus padres; agua limpia siendo contaminada; empleados explotados que trabajan en terribles condiciones o ganando salarios muy pobres; la tala de los bosques; y muchos ejemplos más.

Si la evidencia actual de que la sostentabilidad corporativa es una buena práctica comercial no es suficiente para impulsar cambios significativos en la forma en que hacemos negocios, ¿qué impulsará el cambio?

Durante mi proceso de descubrimiento y preparación como coach y consultora, he encontrado algunas respuestas alentadoras. Primero, debemos recordar que las corporaciones no son las que actúan, sino que somos las personas quienes ejercemos de agentes de cambio. Los consultores de sostenibilidad se han centrado en desarrollar herramientas y métricas para la sostenibilidad convencional, sin tener necesariamente en cuenta el aspecto humano del cambio sistémico que requiere la sostenibilidad corporativa. Rara vez hablamos, por ejemplo, del miedo, la ira, las creencias erróneas, el ego saludable y el no saludable. Igualmente, hemos descuidado el hecho de que la vida es compleja, sistémica e interconectada, por lo que continuamos produciendo soluciones que provienen de la misma mentalidad que creó los problemas: una mentalidad lineal, mecanicista y fragmentada.

El camino hacia una existencia más sostenible es el mismo camino hacia la madurez individual y como sociedad. Es un despertar de la conciencia, un cambio en el paradigma bajo el cual hemos estado navegando. Por lo que requiere una profunda transformación en nuestra mentalidad.

Por supuesto que las corporaciones deben ser financieramente saludables para seguir existiendo. Por supuesto que el apoyar proyectos sociales y filantrópicos, desarrollar iniciativas ecológicas o publicar informes de sostenibilidad es útil e importante. Sin embargo, si realmente nos importa nuestro propio futuro como humanidad y el legado que estamos dejando a nuestros hijos y nietos, es hora de profundizar aún más. Es imperativo que cuestionemos nuestra mentalidad, que descubramos nuestras falsas creencias ocultas de las cuales no somos conscientes y tengamos el coraje de enfrentarlas.

El desafío para los líderes empresariales que realmente quieren marcar una diferencia en el mundo es ir más allá de la implementación de las herramientas de sostenibilidad convencionales. Estos líderes deben desarrollar una capacidad profunda para la autorreflexión, para cuestionarse a sí mismos y poder desarrollar una visión sistémica. Deben desafiarse a sí mismos para desarrollar competencias ocultas que les permitan ver y operar de manera diferente. Deberán iniciar un proceso de sostenibilidad desde dentro de sí mismos y ser el cambio que desean ver en sus negocios y en el mundo.

Sobre Cibele Salviatto

Consultora experta en sostenibilidad y transformación cultural, es coach y terapeuta certificada de Pathwork® con un grado en empresariales de la reconocida escuela de negocios de Brasil FGV (Fundação Getúlio Vargas).

Como directora de la consultora brasileña Atitude Sustentável, ha trabajado con grandes multinacionales como Natura & Co., Basf, Alcoa y Fibria Celulose, promoviendo el cambio cultural en esas organizaciones, desarrollando procesos de engagement con los stakeholders apoyando la planificación estratégica con un enfoque de sostenibilidad.

Ha desarrollado el concepto “Sostenibilidad desde Adentro (Sustainability from Within), un programa dirigido a agentes de cambio en todos los ámbitos: social, político o económico, activistas; pacifistas; medioambientalistas; profesionales de la sostenibilidad, o cualquiera que crea que el mundo puede ser un lugar más justo, más sano, más feliz y más pacífico.

Claves

  • La tendencia al incremento en la urbanización global y la globalización hace que el monitoreo del desempeño de las ciudades en cuanto a su reputación y calidad de vida sea cada vez más relevante.
  • Existen múltiples rankings y criterios para evaluar a las ciudades, algunos más enfocados en lo económico y en la reputación y en la calidad de vida. Su relevancia dependerá del caso particular de cada organización o individuo.
  • La preponderancia de Asia en cuanto a la aparición y posicionamiento en estos rankings ha ido aumentando en los últimos años y no sería sorprendente que se mantenga, debido su creciente peso en la economía global y a esfuerzos sistemáticos de países como China en aumentar el atractivo de sus ciudades.

 

Según Naciones Unidas, un 55 % de la población mundial vive en áreas urbanas, proporción que se espera suba al 66 % en 2050. Las tendencias demográficas podrían hacer que la población mundial tenga 2.500 millones más de residentes urbanos para ese año, con un 90 % del incremento en Asia y África. A esta concentración hay que añadirle que en India, China y Nigeria tendrá lugar 35 % de este crecimiento.

Lo anterior hace que medir el desempeño de las ciudades y cómo influyen en el bienestar de sus habitantes, en especial del talento ejecutivo y de las empresas, sea crítico. Distintas organizaciones, consultorías y think tanks se han dedicado a esta tarea. No obstante, no todos los rankings miden los mismos criterios y los resultados son diversos.

Distintos criterios para medir la calidad de vida

Uno de los estudios más conocidos, Ciudades Globales de AT Kerney, establece cinco criterios con un peso específico para su ranking y 27 indicadores asociados:

  1. Actividad empresarial (30 %): empresas del Fortune 500, empresas globales de servicios, mercado de capitales, carga aérea, carga marítima, conferencias ICCA (Asociación Internacional de Congresos y Convenciones).
  2. Capital Humano (30 %): población nacida en el extranjero, universidades líderes, población con nivel de instrucción terciario, población de estudiantes internacionales, número de escuelas internacionales.
  3. Intercambio de información (15 %): acceso a noticias de televisión, oficinas de agencias de noticias, suscriptores de banda ancha, libertad de expresión, presencia digital.
  4. Experiencia cultural (15 %): museos, artes visuales y representativas, eventos deportivos, viajeros internacionales, oferta culinaria, ciudades hermanas.
  5. Participación política (10 %): embajadas y Consulados, organizaciones internacionales, think tanks, conferencias políticas, instituciones locales con alcance global.

Según este ranking, las ciudades que encabezan los cinco primeros puestos de la lista son Nueva York, Londres, París, Tokio y Hong Kong. Seúl se ubica en la posición número 12, Madrid le sigue en la posición 13, Barcelona en la 23 y Miami en la 30.

Otro estudio, llevado a cabo por el Reputation Institute, enfocado en las ciudades miembros del G8 y en las 56 ciudades más grandes por PIB define las siguientes dimensiones:

  1. Entorno/ambiente atractivo (35.7 %): belleza de la ciudad, experiencias atractivas y personalidades reconocidas.
  2. Economía avanzada (26.3 %): ambiente de negocios, estabilidad financiera y crecimiento futuro, productos y servicios respetados, sedes principales de empresas líderes, tecnología.
  3. Gobierno efectivo (38 %): instituciones políticas y sociales bien desarrolladas, políticas sociales económicas y ambientales, transporte, comunicaciones e infraestructura adecuados, líderes respetados y seguridad.

Este estudio ubica en los primeros cinco lugares a Tokio, Sídney, Copenhague, Viena y Estocolmo. Mientras tanto, Barcelona obtiene la posición número 15 y Madrid la 19.

Por último, el estudio Índice Global de Habitabilidad elaborado por The Economist Intelligence Unit (EIU), se enfoca en los factores que determinan la calidad de vida. Este enfoque puede tener más implicaciones a la hora de decidir el nivel de compensación adicional que algunas empresas transnacionales pueden ofrecer a sus empleados al momento de trasladarlos a una ciudad en la que su calidad de vida disminuya.

En este estudio se toman en cuenta 30 factores cuantitativos y cualitativos dentro de 5 categorías generales: estabilidad, salud, ambiente y cultura, educación e infraestructura. Cada factor es evaluado como aceptable, tolerable, incómodo, indeseable o intolerable.

Sus resultados para 2018 más resaltantes son:

  • Las cinco primeras posiciones: Viena, Melbourne, Osaka, Calgary y Sidney.
  • Los cinco ascensos: Abidjan (+63 %); Hanoi (+5.5 %); Belgrado (+5 %), Teherán (+5 %), y Ciudad Ho Chi Minh (+4.4 %)
  • Los cinco declives: Kiev (-12.6 %), San Juan (-8.9 %), Damasco (-7.7 %), Caracas (-5.1 %), Asunción (-4.5 %)

El ascenso de Asia

Además del hecho de observar una ciudad como Tokio en las primeras posiciones de 2 de los 3 rankings mencionados (y hacerlo consistentemente) y del incremento progresivo de la relevancia de Asia en el crecimiento urbano, también es preciso mencionar el caso chino.

Según el índice de AT Kearney el número de ciudades chinas incluidas en su indicie ha subido de siete en 2008 a 27 este año. Asimismo, las ciudades chinas incluidas en ese primer reporte experimentaron un incremento en su ranking mayor que todas las otras regiones con la excepción de África. Los autores afirman que esta evolución, puede atribuirse a un esfuerzo, nacional, regional y local por aumentar la competitividad del país, con el fin último de aumentar la calidad de vida, incrementar la facilidad para hacer negocios y atraer más inversión y atención de compañías globales.

Entonces, ¿cómo decidir una ubicación?

En general, podría afirmarse que, si se trata de decidir la ubicación de un negocio, la reputación y el factor regulatorio es relevante, como lo menciona el Reputation Institute en las conclusiones de su reporte: promover y desarrollar un gobierno efectivo es la prioridad más importante para que las ciudades obtengan una buena reputación.

Al momento de decidir casos individuales, o si se trata de establecer un startup pudiera resultar más apropiado utilizar un ranking que mida la calidad (y coste) de vida o la ciudad con la ventaja competitiva en un sector en particular.

Frente a tantos criterios, lo más sensato para tomar la mejor decisión a largo plazo es encontrar la intersección entre las preferencias particulares de determinado negocio o individuo con los parámetros medidos en algún estudio o ranking particular.

To view website in English please click here